lunes, 26 de mayo de 2008

Francisca

Una niña de piel blanca, casi transparente.
Dedos largos, uñas moribundas.
Manos suaves.
Piel serena.

La primera vez que te mire, estaba todo oscuro. Parecía que tu tristeza, iluminaba amargamente el fondo de la imagen que se reflejaba en mis ojos.
Recuerdo tus ojos seductores, misteriosos, infelices.
Tu boca, tibia de rosas.
Todo el cuadro me asustaba. Sin embargo, algo en ti amaba.

Me dices que soy dura contigo, pues claro.
Sino lo fuera, no me importarías.
Serias solo un par de letras, unas lágrimas agotadas.
Pero no eres eso.
Eres lo que quiero.
Eres la niña que salta entre flores y perfumes.
Frágil, inocente e ilusa.
Mentirosa, moldeable, manejable.
Traicionera, depresiva.
Imaginativa como un niño.
Malvada.

Te quiero.

Imbécil, quien te hace sufrir.
Profanador, para penetrar la inocencia de tus cabellos.
Maldito.

Estimada amiga,
¿Como puedes sufrir tanto?
¿Que te han dado?

Nada y tú bien sabes que esta respuesta es correcta.
Nada más que promesas falsas, ilusiones muertas y algo de sexo.

Seca tus lágrimas.

Deseo un café con leche, un pie de limón.
En un café de Valparaíso.
Junto a ti.